Monreale en lo alto de Palermo

11/01/2012 03:14:00 a. m.


Hablar de Monreale para mí es hablar de mi hogar en Sicilia. Es donde vive mi hermana del alma Daniela, que para ella, que es Croata, también es tierra de adopción. En Monreale tuve y sigo teniendo la posibilidad de tomarle el pulso a la vida de Palermo y a la vez a la vida Siciliana. Desde Monreale vivo la capital de Sicilia, desde Monreale vivo el sentir siciliano, desde Monreale vivo las pasiones y también los sinsabores de los habitantes de la isla más grande del mediterráneo.
La ciudad de Palermo vista desde la Catedral de Monreale

Sicilia es mi segundo lugar de nacimiento, cuando llegué ahí por primera vez sabía que en esa tierra clavaría raíces, de hecho en 6 años he vuelto 13 veces. Evidentemente mi origen argentino ha determinado mi afección a esta tierra. De alguna manera, estar en Sicilia es como estar en casa.
 Hay un modo de ser y de sentir en las personas que puedes percibir apenas pisas una tierra, y sabes inmediatamente que en ese sitio tienes empatía. Cómo gesticulan , cómo se ríen, y si sabes el idioma entiendes también de qué se ríen.
El Cristo Pantocrato  del altar mayor de la Catedral de Monreale

 En Sicilia me pasó que entendí cómo somos los argentinos y de dónde venimos: somos lo que comemos , dicen unos, o comemos como somos. Y entonces comprendí mi perdición por los HELADOS, por los SPAGHETTI AI FRUTTI DI MARE, y los largos etcéteras que puedes despellejar de la comida siciliana. También me identifiqué en el sentido tragicómico de la vida, en cierta negatividad hacia el futuro, en el sentido ácrata y en esa falta de respeto al espacio público.
 El destino quiso que Monreale se convirtiera en mi centro en Sicilia, conocer a Daniela fue definitivo para volver y volver y volver, y añorar y añorar y añorar cuando no voy. Entonces este pequeño pueblo de la provincia de Palermo , de la periferia de la capital es y será, espero que por mucho tiempo, el comienzo y final de muchos viajes, y la oportunidad de profundizar sobre las raíces de esta tierra encantadora.

Porque Daniela no sólo me lleva a los restaurantes maravillosos de Palermo, también me lleva a experimentar los spaghettis de su suegra, apenas acompañados con el “suco” hecho por ella con los “pomodoros” recogidos en su granja de Giacalone, para finalizar con un cafecito Stretto Stretto hecho en la cafetera del hogar. Mientras disfruto del paladar, los abuelos me evocan cómo era la Sicilia de los años 40 cuando tuvieron que emigrar a Venezuela, vía Napoli.

 Daniela también me ha hecho experimentar cómo es para una mujer madura y capaz el mundo del empleo y del desempleo en Sicilia. Sé lo duro que es bajar a Palermo en hora punta desde Monereale a trabajar en la que te puedes echar una hora en el coche para hacer 2 kms. Sé también lo duro que es trabajar en un negocio mayorista de construcción por poco dinero en el pueblo, y sé cómo es proyectar ideas en la Casa Dei Arteggiani. Sé también cómo es defender su talento de pintora para organizar muestras y exponer su trabajo.

 Daniela también me amplia el abanico de personas y me introduce a sus amigos que también me abren el mundo de la vida de la isla, y entonces conozco la vida de un matrimonio de médicos, Mariella y Mario, y la vida de Patrizia, una funcionaria Della Regione Sicilia, igual que Franco, su marido. También accedí a la vida de Raimondo un pintor y diseñador talentoso luchando por ganarse la vida como artista, y la vida de Aldo , un fotógrafo con estudio en Palermo, soñador e inconstante. En fin, gracias a Daniela se puede decir que conozco un poco de vida Siciliana, sus grandezas y sus miserias

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